Por Juan Rincón
Vanegas
@juanrinconv
A su llegada, llenó de sonrisas el lugar. Llegó a cumplir
un deseo que nació desde que hace varios años comenzó a tocar su acordeón de
juguete: convertirse en Rey Vallenato.
Sus ojos recorrían el Parque de la Leyenda Vallenata
‘Consuelo Araujonoguera’, y comenzaron las preguntas para inscribirse en el
concurso de acordeón aficionado, porque ahora cuenta con 21 años.
Jesús Alberto Suárez Guevara no se hizo acompañar de
cajero ni guacharaquero, solamente su tía Carmen Guevara estaba con él para que
llenara los requisitos que pedía su corazón, porque la ilusión no se inscribe,
a menos que le toque detenerse en el peaje del sentimiento.
“Vive es tocando”
“Quiero tocar acá”, indicó, así como lo ha hecho en
distintos escenarios de su tierra natal, San Gil, Santander. El síndrome de
Down no ha sido un obstáculo para darle rienda suelta a las ganas de
potencializar su talento, y es así como su tía Carmen cuenta que el año pasado
lo trajeron al 48 Festival de la Leyenda Vallenata, y esa fue la llama que
encendió aún más su amor por la música vallenata.
“Jesús Alberto, en la plaza Alfonso López, se ganó los
aplausos porque imitaba a los acordeoneros que tocaban en tarima. Se ganó el
aprecio de muchas personas, y eso lo ponía más contento. Le tomaron muchas
fotos”.
Jesús, al escuchar el relato asiente con su cabeza, sin
pensarlo toma su acordeón y dice que “Yo toco ‘La piña madura’, también ‘Tú
cumpleaños’ y ‘La ventana marroncita’, del compadre Debe”.
En ese momento se ríe, y lleno de emoción dice:
“Diomedes, Diomedes, Diomedes. Yo me veía la novela y no me dormía”. (Risas).
Seguidamente, cuenta que su gran alegría es observar
videos de artistas vallenatos, especialmente de Silvestre Dangond y Rolando
Ochoa, preferencia que tiene una poderosa razón.
Todo sucedió hace tres años, cuando Silvestre y Rolando
hicieron una presentación en su pueblo, y Jesús Alberto estuvo en la primera
fila del concierto. En el intermedio del show lo subieron a la tarima para que
saludara a los artistas, instante que aprovechó para pedirles un acordeón nuevo
y cambiar la de juguete que tenía. Su deseo fue atendido de inmediato por los
artistas, y desde ese instante tiene un instrumento que es su gran tesoro.
“Vive es tocando su acordeón y lo tiene siempre a su
lado. En San Gil cuenta con el apoyo de su mamá, Ángela Guevara, y de sus
hermanos Freddy, Aura Marina, Jimena y Ángela Marcela. Su papá, Gilberto
Suárez, falleció”, manifiesta su tía Carmen.
Participante en
tarima
Durante la charla salió a relucir que Jesús Alberto es el
consentido en el barrio María Auxiliadora, donde saben que ama el vallenato y
no se pierde una presentación artística.
Cuando todo iba viento en popa, el joven músico pidió el
favor que le permitieran tocar en la tarima gigante. No se le podía negar esa
petición porque era su sueño, era conectar el sentimiento vallenato con su
corazón florecido de ilusiones. Al dársele la aprobación, sus ojos brillaron
más de la cuenta. Sonrió, se puso de pie y pidió que le llevaran su
instrumento.
Los pasos que dio desde la oficina hasta la tarima fueron
los más gloriosos de su vida. Se ubicó en el centro del escenario Nicolás
‘Colacho’ Mendoza, se puso el acordeón al pecho y comenzó a regalar varias
notas.
Su tía Carmen, con lágrimas en los ojos, estuvo a su lado
viviendo ese instante glorioso para ese ser noble y bueno, cuya inocencia, como
lo dice en su canto Fernando Dangond Castro es más grande “que el folclor de mi Valledupar donde el amor nace en mil corazones, se eternizó en el
alma del Cesar y en la alegría de mil acordeones”.
Jesús seguía tocando y sonreía. Estaba viviendo su tiempo
de máxima alegría, y quería que los minutos se fueran de paseo para que las
manecillas del reloj descansaran de dar vueltas y vueltas.
La presentación fue única. Sin jurados, sin público, y
por ende, sin aplausos, pero la escala de emociones superó todos los decibeles
hasta hacer llorar al acordeonero.
Estando en esas, paró la fantasía festivalera y esta vez
no se escucharon las palabras del presentador Jaime Pérez Parodi: “Señoras y
señores, así concluye su presentación el participante Jesús Alberto Suárez
Guevara, quien viene procedente de San Gil, Santander”.
“Ya soy Rey
Vallenato”
Cuando guardó su acordeón, y se bajó de la tarima, miró
para todas partes como si no creyera lo vivido dijo lo primero que le salió en
ese momento de su noble corazón: “Ya soy Rey Vallenato, toqué allá arriba”.
Acto seguido, recibió el abrazo de su tía, y en ese
preciso momento entregó esas palabras mágicas que valen mucho más que el
dinero: “Gracias maestro, por hacerme feliz”…
Y así, como llegó Jesús Alberto, se fue. Claro, que se
llevó toda una carga de alegrías a cuestas, esa que brindan las notas del
acordeón y que este músico natural sabe tocar hasta con los dedos del alma,
recordando al inolvidable Diomedes Díaz Maestre, quien a través de la
televisión le enseñó a cantar:
“Hágame el favor
compadre ‘Debe’
llegue a esa ventana
marroncita,
toque tres canciones
bien bonitas
que a
mi no me importa si se ofenden”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario